CARMEN NAVARRO FERNÁNDEZ | Profesora de Secundaria
"La vida nos pone estos retos a las personas que sabe que podemos tirar hacia adelante y superar las adversidades"
Carmen en los jardines de la Universidad Miguel Hernández. / M.J. Delgado.
A Carmen Navarro Fernández (Crevillente, 1965) le diagnosticaron una aplasia medular en mayo de 1999; quince meses más tarde recibió un trasplante de médula de su hermana. La enfermedad le sobrevino cuando su hijo apenas contaba cinco años y ella trabajaba como aparadora de bolsos. Una vez superada la enfermedad se propuso alcanzar nuevas metas: licenciarse en Geografía e Historia, aprobar el Máster de Educación Secundaria, y estudiar idiomas.
Han transcurrido cerca de dos décadas desde que le diagnosticaron la enfermedad, durante ese tiempo la medicina ha avanzado mucho...
Sí, se investiga mucho en este campo. En mi caso, recibí tratamientos de gammaglobulinas y células de caballo y de conejo, y un tratamiento inmunosupresor combinado de ciclosporina, corticoides, etcétera. Una vez ingresada para el trasplante, me pusieron quimio a diario durante una semana.
Un tratamiento diferente a los que se aplican en la actualidad, pero los efectos secundarios siguen siendo los mismos.
La verdad es que sí, mi cuerpo reaccionó de forma similar a quienes ingresan en la actualidad: infección e inflamación de encías, aftas bucales, sequedad en la piel y mucosas, hinchazón del cuerpo, picor en la piel, cansancio, caída de uñas y de pelo...
¿Cómo afectó en su vida este tratamiento y estas complicaciones? ¿Cómo lo afrontaba?
Procuraba llevar una vida lo más normal posible, dentro de las circunstancias, y hacer todo aquello que hacía habitualmente. Durante el tratamiento me animaba pensando en mi hijo y todo lo que todavía tenía que enseñarle, y además, siempre pensé que lo iba a superar y que aquello iba a ser una experiencia más en mi vida. A veces la vida nos pone estos retos a las personas que sabe que podemos tirar hacia adelante y superar las adversidades.
Existe un tema del que no suele hablarse, la sexualidad, ¿hasta dónde afecta la enfermedad en este campo?
La sexualidad la vivimos mi marido y yo como pudimos. Sí que es cierto que estás más inapetente y además tienes molestias, por ello quiero agradecer a mi marido su comprensión, pues nunca hubo ni una mala cara ni un mal gesto. Me entendió, sabía cómo me encontraba y supo estar a la altura. Después, con el paso del tiempo, las cosas volvieron a la normalidad.
Dice que hubo comprensión y apoyo por parte de su pareja, pero... ¿cómo actúa con usted el resto de personas que le rodean?
Recibí una gran ayuda por parte de todos. Como te he dicho, mi marido, además de la paciencia que tuvo conmigo, fue y sigue siendo mi gran apoyo, mi enfermero, mi amigo, mi compañero de viaje; estoy muy agradecida con él por hacerme sentir que no estaba sola en ningún momento y que aquello, al igual que los proyectos que organizamos en común, era algo de dos. Por otro lado, mis padres cuidaron de mi hijo cuando éste era un niño en los comienzos de mi enfermedad, demostrándome que estaba en las mejores manos. También estoy muy agradecida con mi hijo, pues él era el aliciente de mi vida y por quien yo luchaba día a día. Mis hermanas estuvieron conmigo en todo momento como una piña, animándome, cuidándome y haciendo más llevadera esa situación. Tengo que hacer una mención especial a mi hermana, mi querida hermana, mi donante, mi ángel de la guarda, mi otra mitad...nunca le agradeceré lo suficiente la generosidad que tuvo conmigo, pues me dio la oportunidad de seguir viva. Parece que estoy viendo a mis dos hermanas nerviosas por ser las donantes, pues las dos querían serlo de mí, y la alegría que se llevó mi querida Hermi cuando le informaron de que era la indicada, es de una generosidad infinita.
Fue decisivo el apoyo que recibió de su familia, pero ¿qué me dice del personal que le atendió?
Bueno, al equipo sanitario: enfermeras, auxiliares... les agradezco el trato maravilloso que tienen con los pacientes, y también a los médicos, a todos y cada uno de los que he tenido, que han sido varios, pero, sobre todo, a Guillermo Sanz Santillana, mi hematólogo. Él fue una especie de ventana abierta en un muro, una persona que me hizo pensar que con actitud positiva se consiguen las cosas, y ¡vaya si fue así! Todavía recuerdo cuando me dijo los porcentajes de supervivencia, y le dije "yo voy a estar en las cifras positivas...¿por qué no?", y me contestó: "esa es la actitud". Si a alguien le gusta su profesión, sin duda es a él. Tenemos suerte de contar con profesionales así.
Por desgracia, continúan apareciendo casos como el suyo, ¿qué les diría a esos pacientes?
No soy de dar consejos porque cada uno vive su enfermedad como sabe o puede, pero si he de decir algo, diré que la actitud positiva es el mejor antídoto, a mí me funcionó, que tengan mucho ánimo, pues, como he dicho anteriormente, la vida nos pone dificultades a las personas que sabe que podemos afrontarlas. Le demostramos que no se equivocó al elegirnos para ponernos a prueba.
Superada esa prueba, ¿cómo se encuentra usted?
Actualmente me encuentro muy bien. En agosto se cumplieron diecisiete años de mi trasplante y a pesar de que todavía llevo tratamiento oral, hago una vida normal y se puede decir que estoy muy bien, controlada, eso sí, por mi hematólogo.
Ha recorrido un camino duro, ¿qué lección saca?
A ver, la experiencia, en cierta forma, ha sido positiva, pues cambias el orden de prioridades. Le otorgas más valor el pasar más tiempo con la familia, disfrutar de ellos y rodearte de gente a la que quieres de verdad. Dejas de darle valor a nimiedades que, anteriormente para ti, eran un mundo. Te cambia el sentido de ver la vida, disfrutas de otra manera, con las cosas más sencillas. Por otro lado, me ha dado la oportunidad de ver lo fuerte que soy y también de darme cuenta de a quién tengo a mi lado y, en eso, debo decir que soy muy afortunada.
Esta profesora de vocación tardía forma parte del grupo de supervivientes que colabora con ASLEUVAL en la campaña de sensibilización "Sin miedo, retratos y testimonios". La imagen y testimonio de Carmen Navarro se encuentran expuestos en el pasillo de hematología del Hospital La Fe de Valencia y en el pasillo de oncología del Hospital General de Alicante. María José Delgado Octubre de 2017 |