Eres mi visita número

viernes, 6 de octubre de 2017

BEATRIZ MOLINA ALMAGRO | Bloguera

"La felicidad está dentro de nosotros, está en las cosas simples y en no tomarse la vida tan en serio"


Beatriz Molina durante una de las sesiones de fotos para su blog /M. J. Delgado
La gimnasia rítmica era su pasión hasta que un linfoma de Hodgkin, diagnosticado a los veintidós años, le impidió continuar con la práctica de este deporte. Beatriz Molina Almagro (Villajoyosa, 1991) sigue enfrentándose a su dolencia con "la mejor medicina que le podemos dar a nuestro cuerpo": para ella, "sonreír mucho,  hasta que no pueda más" es su arma y escudo para defenderse de la enfermedad. A pesar de la necrosis ósea, que le ha provocado uno de los medicamentos, Beatriz se encuentra "muy bien, mejor que nunca, disfrutando más de la vida", y así lo refleja a diario en su blog "Infiltrada en la moda" y a través de su participación en la campaña de sensibilización "Sin miedo, retratos y testimonios", presente en los hospitales valencianos gracias a la colaboración de ASLEUVAL.

En febrero de 2014 le hacen un trasplante autólogo, y un año después recibe el trasplante de médula ósea de su hermana Inma, ¿en qué condiciones llega a esos tratamientos? 

En febrero de 2013 fue cuando me diagnosticaron la enfermedad. Fui al médico porque me encontraba muy cansada, tenía sudoración nocturna, no me dejaba dormir porque empapaba el pijama y tenía que cambiarlo a menudo, también perdí mucho peso y me apareció un bulto en el cuello. Cada día me sentía más agotada, me tumbaba en el sofá y me tiraba horas durmiendo, y cuando me levantaba, no podía caminar porque estaba sin fuerzas. En el hospital me hicieron electros, pruebas de azúcar y de tensión, y no encontraban nada anormal, solo en la analítica, en donde vieron que tenía una anemia severa, por lo que me recetaron vitaminas pero ni con esta medicación mejoré, hasta que me hicieron una biopsia en el bulto que tenía en el cuello y en los resultados vieron de lo que se trataba.

El linfoma de Hodgkin...

Sí, y la enfermedad estaba tan avanzada que,  de forma inmediata, tuvieron que ponerme en tratamiento de quimio. Cuando me lo comunicaron, sentí mucha rabia, no entendía nada, no sabía qué era un linfoma de Hodgkin, tenía mucha confusión e intentaba sacar alguna respuesta a mis preguntas.

Y ¿consigue encontrar la respuesta?

La enfermedad me ha supuesto una lucha interna, y una oportunidad para vivir de nuevo la vida con ganas, optimismo y alegría. Me ha hecho ser más madura y darle importancia a muchas cosas a las que antes no prestaba atención. Al principio, como nos pasa a todos, no tenía ese pensamiento de que la enfermedad viene para enseñarnos algo, y a lo largo de estos cuatro años me he dado cuenta de que primero he de quererme a mí misma antes que a los demás, porque cuando te quieras tú, te querrán los demás. Pienso que lo más importante soy yo, que he de cuidarme mucho y estar siempre lo más positiva posible. Con la enfermedad también te das cuenta de que personas que decían que iban a estar a tu lado, no han estado en los momentos más difíciles. A pesar de que he tenido un camino lleno de piedras, mi optimismo y mi alegría siempre me han ayudado a seguir adelante.

En su caso, ¿cuál es ese camino de piedras?

Continúo con el tratamiento, es un anticuerpo, mejor que una quimioterapia. Llevo dos trasplantes, en el primero recuerdo que las horas no pasaban por la habitación, tenía mucha ansiedad y me ponía muy nerviosa, y en el segundo, me sentía más tranquila. Mis complicaciones durante los trasplantes fueron las más habituales: mucositis, fiebre... Aunque me han quedado secuelas de la EICH, pues me ha afectado a la piel, me provoca sequedad en los ojos, uñas muy débiles que se parten con facilidad y se rompen a trozos. Mi caso de linfoma es muy complejo, no lo han visto en ninguna parte del mundo, por lo que es una situación de incertidumbre constante, y muchas veces los médicos no saben por dónde tirar. Continúan dándome este tratamiento nuevo a la espera de algún otro que consiga eliminar lo poco que me queda de enfermedad. Este fármaco me produce debilidad muscular y me está dañando los huesos, por eso tengo una necrosis en la cadera izquierda que me impide andar correctamente.

Pues, viéndola sonreír todo este tiempo, nadie diría que tiene tantas dolencias...

Es que me encuentro muy bien, estoy en un punto que me siento mejor que nunca, estoy disfrutando más de la vida porque mi cuerpo es ahora cuando me lo permite. Hace dos o tres años no podía hacer muchas cosas de las que hago actualmente. También es verdad que hay veces que no tengo mucha energía, pero siempre intento tenerla. Es más, yo le diría a la persona que está pasando por una enfermedad como la mía que viva la vida, aunque las cosas no estén del todo bien, que viva cada momento que se le presente y lo disfrute al máximo, porque no se volverá a repetir; que salga lo que le apetezca y que sonría mucho, hasta que no pueda más, porque esa es la mejor medicina que le podemos dar a nuestro cuerpo.

Está claro que usted conoce el significado de  "felicidad"...

Bueno, durante mucho tiempo no sabía  lo que era la felicidad porque lo pasaba muy mal con las quimios y no podía disfrutar de nada. Pero he aprendido en este camino que la felicidad está dentro de nosotros, está en las cosas simples y en no tomarse la vida tan en serio; la felicidad es poder respirar cada mañana, ir a pasear una tarde, sentarte en la orilla del mar, o estar con los que más quieres; para mí, la felicidad es poder estar vivo.


La imagen y testimonio de Beatriz Molina se encuentran expuestos en el pasillo de hematología del Hospital La Fe de Valencia y del Hospital Arnau de Vilanova, y en el pasillo de oncología del Hospital General de Alicante.


María José Delgado
Octubre de 2017










No hay comentarios:

Publicar un comentario