LADISLAO LEANDRO TORRES IRALA
Leucemia linfoblástica aguda Filadelfia positiva
Cacho haciendo la compra semanal con su esposa Estrella. / M.J. Delgado |
A Ladislao Leandro Torres Irala (Paraguay, 1958) le sorprendió la enfermedad en Paraguay, en julio de 2013, por lo que tuvo que volver a su país de adopción para iniciar el tratamiento. Tras innumerables sesiones de quimio, Ladislao Leandro, Cacho para los amigos, recibió un trasplante alogénico de progenitores hematopoyéticos de su hermana HLA idéntico. Actualmente, se encuentra a caballo entre el país que le vio nacer y Valencia, la ciudad que le brindó la oportunidad de continuar viviendo, en donde colabora con ASLEUVAL a través de la campaña de sensibilización "Sin miedo, retratos y testimonios", presente en los diferentes hospitales valencianos.
Durante sus ingresos, este químico de profesión, sufrió complicaciones de todo tipo, desde resfriados hasta la EICH, pasando por subidas de tensión, soriasis, miopía medicamentosa, neumonía y un largo etcétera. Su relación con la quimioterapia se inicia estando ingresado en la UCI, en donde recibe dos ciclos, aún sin saber qué clase de leucemia tiene. Además del trasplante, se verá sometido a siete sesiones de quimio diarias de diferentes tipos y a veintisiete sesiones de fototerapia con soralenos para reducir los problemas hepáticos y de piel así como la caída de todas las uñas.
Cacho confiesa que "mi mujer Estrella gestionó rápidamente mi vuelta desde Paraguay", y eso fue determinante para su salvación, pues una vez ingresado en el Hospital La Fe de Valencia inician el estudio de su caso. Torres siente un enorme agradecimiento por su compañera, porque dice que "ha sido y será mi apoyo y sostén", por sus familiares y amigos, quienes desde el principio "me apoyaron y animaron a intentar sobrevivir", y reconoce que "los médicos, enfermeras y auxiliares de este hospital siempre me prestaron una atención muy humanizada". En esos momentos tan difíciles, sus "amigos y colegas químicos del Paraguay fueron quienes pagaron el pasaje de mi hermanas desde mi país natal a Valencia para que me donara su médula".
Ladislao confiesa que siempre tiene presente a los voluntarios de ASLEUVAL porque "me dieron apoyo y compañía cuando la desolación y la angustia me invadían y no encontraba consuelo". Las visitas de estos voluntarios le empujaban a seguir luchando por su recuperación, y lo que le animaba era la presencia y mimos de su mujer y familiares, los amigos con los que contactaba a través de las redes sociales, y quienes le visitaban para "apoyarme en tan tremendo trance", revela Torres.
La paciencia y la confianza en los médicos fueron sus armas, y aunque aún debe superar y asumir su nueva situación, Cacho se siente agradecido de poder contar la historia. Para él, ésta "no ha sido una experiencia maravillosa", pero admite que "me ha permitido conocer mis limitaciones y mis fortalezas, y entrar en un mundo diferente con gente extraordinariamente sufrida y solidaria".
La imagen de Cacho Torres se encuentra expuesta en el pasillo de hematología del Hospital La Fe de Valencia y en el pasillo de oncología del Hospital General de Alicante.
María José Delgado
Octubre de 2017
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