Eres mi visita número

domingo, 21 de enero de 2018

ROSARIO RAMÓN RAMÓN | Ama de casa y jubilada

“La familia es mi principal apoyo, aparte de mi Fe y de mis ganas de superar la enfermedad”

Rosario Ramón en el parque Sector 5º de Elche / M.J. Delgado

La fragilidad aparente de Rosario Ramón Ramón (Dolores, 1946) es el disfraz de su fortaleza interior.  La carga constante de su luz procede de una fuente propia, no necesita adquirirla ni absorberla de otras personas, al contrario, es ella quien la regala, y es que Rosario es donante de energía: anima a sus hijos, a su marido, a su familia política, a sus amigos, y a todo aquel que se cruza en su camino.

La frescura y vivacidad que Rosario desprende ocultan una intensa y difícil existencia; se siente orgullosa de sus cinco hijos -paridos todos en un lustro- y de sus ocho nietos, de haberse casado con dieciocho años y de haberse estrenado como madre con diecinueve, de haber conciliado su  maternidad con las labores de la casa y con su trabajo como envasadora, cocinera, trabajadora de mantenimiento en el aeropuerto de Elche y como auxiliar de enfermería.

Ese coraje y valentía es lo que a esta luchadora innata le han ayudado a superar las adversidades y los obstáculos;  uno de los últimos fue el diagnóstico, en marzo de 2008, de una leucemia mieloide aguda que coincidió con la pérdida del benjamín de su casa. “A mi hijo le hablo todas las noches y le cuento cómo he pasado el día, y aunque no puedo verlo, siento que está siempre conmigo, y eso hace que continúe hacia adelante, y siga disfrutando de mis otros hijos, de mis nietos y de mi marido”, confiesa esta dolorense.


De cada uno de sus  innumerables ingresos hospitalarios provocados por la leucemia y por las complicaciones derivadas de esta enfermedad y de la quimioterapia, esta jubilada,  eternamente joven,  consigue renacer como el ave fénix.  Ni las múltiples lesiones gástricas, ni las neumonías, ni las insuficiencias respiratorias, ni la colecistitis gangrenosa, ni la hemorragia cerebral, ni la enterecolitis neutropénica, ni la intervención hemicoloctómica han podido con su optimismo.  “La familia es mi principal apoyo, aparte de mi Fe y de mis ganas de  superar la enfermedad”, revela Rosario, quien, además,  aconseja a quienes se encuentren pasando por una situación difícil que “tengan mucha Fe, fuerza de voluntad y la seguridad de que en esta vida todo se puede superar”. 



Rosario Ramón forma parte del medio centenar de supervivientes que participan en la campaña de sensibilización "Sin miedo, retratos y testimonios", presente en los principales hospitales valencianos gracias a la colaboración de la Asociación para la Lucha contra la Leucemia de la Comunidad Valenciana (ASLEUVAL). 

La imagen y testimonio de Rosario Ramón se encuentran expuestos en el pasillo de hematología del Hospital La Fe de Valencia y del Hospital General de Alicante.



miércoles, 17 de enero de 2018

ELENA PALMA PÉREZ |  Agente inmobiliario

"A pesar de los dolores y tratamientos, nunca hay que pensar que nos vamos a ir, recuerden que todo pasa"

Elena Palma descansando en la recepción de un hotel en Burgos/ M.J. Delgado

México, Francia, Inglaterra... y por fin, España. Elena Palma Pérez (Chihuahua, 1965) eligió el pequeño municipio de Bocairent (Valencia) como refugio para desconectar del bullicio de las grandes ciudades; sus viajes regulares al país de los tres leones -su segunda residencia- con Grace y Patrick, sus hijos,  no le impiden aterrizar en este pintoresco pueblo valenciano cada vez que su mente y su cuerpo se lo demandan. 

A esta Agente Inmobiliario le diagnosticaron una leucemia linfoblástica aguda tipo B Philadelphia positiva en enero de 2012, y enfrentarse a ella le ayudó a descubrir su fuerza y su capacidad para auxiliar a otras personas. Para Elena, a pesar de haber sido "una experiencia muy negativa en su momento", le ha servido para "colaborar con la Asociación para la Lucha contra la Leucemia de la Comunidad Valenciana y ayudar a otros pacientes, que están pasando por lo mismo, a que tengan una mejor calidad de vida mientras estén ingresados". Esta mexicana de nacimiento  participa, además, en la campaña de sensibilización "Sin miedo, retratos y testimonios", presente en los hospitales valencianos gracias a la colaboración de ASLEUVAL.

El 2012 es un año para recordar...
Sí, casi desde que comenzó. El veintiocho de enero me comunicaron el diagnóstico, y el veintiuno de junio recibí un trasplante alogénico, concretamente, de mi hermano Joel. Durante todo el tratamiento recibiría unas treinta o cuarenta transfusiones, y recuerdo que tomaba un sinfín de medicamentos para hacer frente a las infecciones, las fiebres, los dolores intestinales y musculares tan fuertes, y para la enfermedad del injerto contra huésped.

Emocionalmente ¿cómo hacía frente a estas complicaciones? 
Todas las mañanas me levantaba y me aplicaba un poco de maquillaje y pintalabios, así sentía que no me veía tan enferma y me animaba más. 

¿En qué se apoyaba usted para sacar esa fuerza? 
Esa fuerza me la daban mi familia y mis amigos de quienes recibía  gran apoyo y buenos deseos. Gracias a ellos, a Dios, a mi hermano Joel, a los médicos, a las enfermeras,  al personal domestic y a ASLEUVAL mi recuperación fue más rápida y llevadera.

¿Qué les diría a quienes están viviendo un proceso como el suyo?
Que nunca pierdan la Fe, que tengan una actitud positiva, que a pesar de los dolores y tratamientos, nunca hay que pensar que nos vamos a ir, recuerden que todo pasa. Es cuestión de tiempo, de ser fuerte y de aguantar.


La imagen de Elena Palma y su testimonio se encuentran en el pasillo de hematología del Hospital La Fe de Valencia.





miércoles, 3 de enero de 2018

VICENTE JOAQUÍN ARLANDIS MAÑAS | Funcionario

"Es increíble la fuerza y seguridad que mi mujer me ha dado, estoy aquí gracias a ella"

Vicente J. Arlandis practica ´running´ por las inmediaciones del Hospital La Fe de Valencia. / M.J. Delgado.

Vicente Joaquín Arlandis Mañas (Valencia, 1972) perdió la cuenta de sus ingresos hospitalarios a partir del undécimo. En agosto de 2009 le diagnosticaron una leucemia linfoblástica crónica, y en junio de 2013 recibió un trasplante alogénico de donante no emparentado, en concreto, de una persona de Detroit. Su trasplante dividió el proceso en un antes y en un después: seis ciclos de quimioterapia en 2009 con remisión completa de la enfermedad, una recaída en 2012 y seis ciclos más, a continuación el trasplante de médula y los incontables ingresos, hasta mayo de 2014. Vicente recibió multitud de transfusiones de hematíes y plaquetas, y sufrió todo tipo de complicaciones, incluidos tres ingresos en UCIneumonías, cistitis sangrante, infección del Hickman, fiebre en numerosas ocasiones, mucositis, linfedema, y la enfermedad del injerto contra huésped (EICH) aguda, que después se convertiría en crónica, le afecta a la piel e intestino y le provoca dolor muscular y en articulaciones.

Este funcionario, amante del deporte y padre de cuatro hijos, continúa su carrera por la vida con ciertas limitaciones pero con toda su energía, y siempre que sus obligaciones familiares se lo permiten, colabora con la Asociación para la Lucha contra la Leucemia de la Comunidad Valenciana (ASLEUVAL), como es el caso de la campaña de sensibilización "Sin miedo, retratos y testimonios", presente en los hospitales valencianos, y en la que aparece con el mensaje "Corro gracias a tu médula", el mismo que divulga cada vez que  participa en alguna carrera.

Cuando la leucemia irrumpió en la vida de Arlandis, su esposa se encontraba embarazada, y apenas transcurridos tres meses del nacimiento de la pequeña, él tuvo que ingresar de nuevo para el trasplante.  "Es increíble la fuerza y seguridad que mi mujer me ha dado, estoy aquí gracias a ella", recuerda con admiración Vicente quien no pudo ayudar a Blanca, su esposa, durante la gestación ni en los cuidados de la bebé como a él le hubiese gustado y como ella necesitaba, al contrario, fue Blanca quien estuvo pendiente de él y de su enfermedad. Ese agradecimiento se extiende, también, a su familia y a sus amigos, y respecto al personal del Hospital Clínico de Valencia, en donde fue atendido, es devoción lo que siente: "¡Grandes, grandes y grandes!", exclama cuando menciona al equipo médico que le atendió, la Dra. Terol, el Dr. Piñana y la Dra. Teruel, y tampoco se olvida del resto de médicos, ni de las limpiadoras de la unidad, auxiliares o enfermeras.

Arlandis aconseja que "ante una enfermedad de estas características, el afectado y su familia deben confiar en los médicos, ser optimistas y pensar que si otros han podido, ellos también". Y, después de la experiencia tan difícil que ha experimentado,  tanto su mujer como él, a pesar de lo duro y de los momentos amargos que han vivido, se quedan con lo positivo, y revela:"Nos ha cambiado, por supuesto. Ahora vemos la vida de diferente manera, y damos importancia a lo que pensamos que realmente la tiene. Lo negativo, fuera".


La imagen y testimonio de Vicente Arlandis se encuentran expuestos en el pasillo de hematología del Hospital La Fe de Valencia y en el pasillo de oncología del Hospital General de Alicante.