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miércoles, 3 de enero de 2018

VICENTE JOAQUÍN ARLANDIS MAÑAS | Funcionario

"Es increíble la fuerza y seguridad que mi mujer me ha dado, estoy aquí gracias a ella"

Vicente J. Arlandis practica ´running´ por las inmediaciones del Hospital La Fe de Valencia. / M.J. Delgado.

Vicente Joaquín Arlandis Mañas (Valencia, 1972) perdió la cuenta de sus ingresos hospitalarios a partir del undécimo. En agosto de 2009 le diagnosticaron una leucemia linfoblástica crónica, y en junio de 2013 recibió un trasplante alogénico de donante no emparentado, en concreto, de una persona de Detroit. Su trasplante dividió el proceso en un antes y en un después: seis ciclos de quimioterapia en 2009 con remisión completa de la enfermedad, una recaída en 2012 y seis ciclos más, a continuación el trasplante de médula y los incontables ingresos, hasta mayo de 2014. Vicente recibió multitud de transfusiones de hematíes y plaquetas, y sufrió todo tipo de complicaciones, incluidos tres ingresos en UCIneumonías, cistitis sangrante, infección del Hickman, fiebre en numerosas ocasiones, mucositis, linfedema, y la enfermedad del injerto contra huésped (EICH) aguda, que después se convertiría en crónica, le afecta a la piel e intestino y le provoca dolor muscular y en articulaciones.

Este funcionario, amante del deporte y padre de cuatro hijos, continúa su carrera por la vida con ciertas limitaciones pero con toda su energía, y siempre que sus obligaciones familiares se lo permiten, colabora con la Asociación para la Lucha contra la Leucemia de la Comunidad Valenciana (ASLEUVAL), como es el caso de la campaña de sensibilización "Sin miedo, retratos y testimonios", presente en los hospitales valencianos, y en la que aparece con el mensaje "Corro gracias a tu médula", el mismo que divulga cada vez que  participa en alguna carrera.

Cuando la leucemia irrumpió en la vida de Arlandis, su esposa se encontraba embarazada, y apenas transcurridos tres meses del nacimiento de la pequeña, él tuvo que ingresar de nuevo para el trasplante.  "Es increíble la fuerza y seguridad que mi mujer me ha dado, estoy aquí gracias a ella", recuerda con admiración Vicente quien no pudo ayudar a Blanca, su esposa, durante la gestación ni en los cuidados de la bebé como a él le hubiese gustado y como ella necesitaba, al contrario, fue Blanca quien estuvo pendiente de él y de su enfermedad. Ese agradecimiento se extiende, también, a su familia y a sus amigos, y respecto al personal del Hospital Clínico de Valencia, en donde fue atendido, es devoción lo que siente: "¡Grandes, grandes y grandes!", exclama cuando menciona al equipo médico que le atendió, la Dra. Terol, el Dr. Piñana y la Dra. Teruel, y tampoco se olvida del resto de médicos, ni de las limpiadoras de la unidad, auxiliares o enfermeras.

Arlandis aconseja que "ante una enfermedad de estas características, el afectado y su familia deben confiar en los médicos, ser optimistas y pensar que si otros han podido, ellos también". Y, después de la experiencia tan difícil que ha experimentado,  tanto su mujer como él, a pesar de lo duro y de los momentos amargos que han vivido, se quedan con lo positivo, y revela:"Nos ha cambiado, por supuesto. Ahora vemos la vida de diferente manera, y damos importancia a lo que pensamos que realmente la tiene. Lo negativo, fuera".


La imagen y testimonio de Vicente Arlandis se encuentran expuestos en el pasillo de hematología del Hospital La Fe de Valencia y en el pasillo de oncología del Hospital General de Alicante.







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