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martes, 26 de septiembre de 2017

"Recuerdo gritar por el dolor tan horrible en las costillas y en los brazos, pues la morfina no era suficiente"


Raquel Soriano Sánchez.  Leucemia mieloblástica aguda y leucemia aguda bifenotípica. Trasplante de sangre de cordón umbilical y de médula ósea.

     A Raquel Soriano Sánchez (Elda, 1990) la salvaron más de doscientas transfusiones de sangre y la médula ósea de su tía Mari Carmen. Con veinticuatro años se enfrentó a dos leucemias -mieloblástica aguda y aguda bifenotípica- y a tres trasplantes -uno de cordón umbilical y dos de médula ósea. En plena batalla se volvió "rebelde con la enfermedad" y se propuso que "nada ni nadie le quitaría la sonrisa". En la actualidad, estudia inglés y alemán, escribe sus reflexiones en el blog "Cosas que sólo la vida te enseña" y participa en la campaña de apoyo y sensibilización "Sin miedo, retratos y testimonios", presente en los hospitales valencianos gracias a la colaboración de ASLEUVAL.

¿De qué forma irrumpe esta enfermedad en la vida de una persona tan joven?

Hacía cuatro años que me había marchado a Inglaterra, me fui a estudiar y me quedé allí trabajando. Desde hacía un tiempo siempre estaba acatarrada y tenía fuertes dolores en las costillas, había perdido el apetito y mis fuerzas, y tenía fiebre muy a menudo; lo achacaba todo al frío de allí, también a algún resfriado mal curado, pero jamás pensé en la gravedad de lo que me pasaba. En enero de 2014 tuve que volver a España porque mi padre recayó, él era trasplantado de pulmón, y mi madre estaba operada de colon y la tenían que volver a ingresar. Entonces, yo aproveché para hacerme una revisión, el resultado de mi análisis mostraba una anemia considerable pero mi médico no sabía qué me pasaba. Todos creíamos que mi mal humor y los dolores, y la fiebre alta imposible de bajar se debían a la triste situación familiar. Un día estaba tan agotada que pensaba que no llegaría a la tarde para ir al médico, así que llamé a mi amiga Bianca y le dije: "llévame al hospital que me voy a morir".

Tiene que recorrer un largo camino hasta que, por fin, le ponen nombre a todo lo que le ocurría, ¿qué pasa por su cabeza cuando le comunican el diagnóstico?  

Pues, cuando mi amiga me llevó al hospital,  ingresé en urgencias, me pusieron suero, me estabilizaron la fiebre y me hicieron mi primera punción medular. Mi tía Cari estaba conmigo cuando la doctora me dijo: "tienes leucemia, cariño". Era una mala noticia, pero yo estaba agradecida por saber ya lo que me pasaba.

Una vez diagnosticada, inicia un camino muy difícil...

Sí, a los pocos minutos de comunicármelo me subieron a una ambulancia para trasladarme hasta el Hospital General de Alicante; allí comenzaron con más pruebas y a administrarme la quimio, pero no pude resistir así que acabé en la UCI. Sólo recuerdo gritar por el dolor tan horrible en las costillas y en los brazos, pues la morfina no era suficiente. Cuando logré salir de la UCI, en cuestión de horas tuve que volver y me operaron de la vesícula, los médicos que me atendían no tenían esperanza, llegaron a decir que tenía metástasis por todo.

Un mal pronóstico...

Bueno, conseguí salir al cabo de los días. Lo que vino después fue trabajar para poder levantarme poco a poco, estaba postrada en la cama sin fuerzas para moverme, pero Tania, mi cuidadora y amiga, me ayudó muchísimo.

La batalla no parecía haber finalizado, ¿qué le quedaba aún?

Antes del trasplante hubo varios ingresos para que me administrasen la quimio, y ya me derivaron al Hospital La Fe de Valencia para recibir el trasplante; en ese espacio de tiempo mi padre falleció. El trasplante de sangre de cordón umbilical falló y estuve más de cuarenta días sin defensas, con analíticas por la mañana, tarde y noche, así que decidieron  hacerme otro trasplante, esta vez de médula.

El trasplante de médula era urgente, ¿disponían de una compatible?

Lo más rápido era que toda mi familia se hiciera las pruebas, y encontraron que la médula de mi tía Mari Carmen sí era válida por su tipaje, así que me la trasplantaron, y aunque me costó, empecé a reaccionar de forma positiva.

Entonces, llegaba ya el final de su batalla...

Para nada, tras once meses de lucha en los que tuve varios ingresos por las complicaciones, mi madre falleció y yo recaí con una nueva leucemia llamada bifenotípica, esta vez tenía menos posibilidades de sobrevivir, ya que los órganos estaban afectados y no sabíamos si mi cuerpo iba a aguantar más tratamientos de quimio.

Con la pérdida de su padre en el inicio del tratamiento y el de su madre en esta última fase, además de todo su desgaste físico por los tratamientos y complicaciones...

Sí que tenía un panorama poco alentador, pero decidí luchar y me propuse que ese ingreso sería el definitivo.  No sé cómo, pero en un mes me dieron la quimio y me trasplantaron otra vez la médula de mi tía, y salí.

Escuchándola decirlo así parece que esta vez fue todo rápido y más fácil.

No creas, mi recuperación fue difícil, pero aquí estoy. Tuve complicaciones de todo tipo: hongos en pulmón, virus en la vejiga de la orina, el hígado inflamado, el riñón afectado, la piel casi quemada, la vista afectada, el estómago sin poder comer ni beber por las llagas, y los tratamientos me producían todo tipo de efectos secundarios.

¿De dónde sacaba energía para continuar?

Me volví rebelde con la enfermedad, y le hablaba, pese a todo, le decía que no iba a poder conmigo y que mi sonrisa no me la quitaba nada ni nadie. Practicaba la meditación, y me hacía planes para cuando saliese del hospital, como estudiar idiomas, viajar para conocer otras culturas, pasar más tiempo con mi familia, y leía; recuerdo que buscaba respuestas en el libro "No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas". (Se ríe a carcajadas).

Ha dejado claro que su tía Mari Carmen le salvó, pero también pasaron por su vida más personas que le ayudarían a superar la enfermedad...

Sí, que no te quepa la menor duda. Estoy muy agradecida con todos los médicos y enfermeras del Hospital General de Alicante y de La Fe;  con mi familia, mis amigas y amigos por el apoyo incondicional que me dieron; con ASLEUVAL, que me dio todo tipo de facilidades, y con Quique, el psicólogo de la asociación.  

Le veo un aspecto radiante, ¿es el reflejo de su interior?

Por supuesto. Aunque a día de hoy tengo secuelas, pero mis ganas de vivir pueden con todo. Cuido mucho la alimentación, descanso cuando lo necesito, evito el contacto con los demás si están resfriados o enfermos, y, sobre todo, intento ser positiva y siempre con una sonrisa porque mientras pueda, lucharé.


La imagen y testimonio de Raquel Soriano se encuentran expuestos en el pasillo de hematología del Hospital La Fe de Valencia y en el pasillo de oncología del Hospital General de Alicante.


María José Delgado
Septiembre de 2017


3 comentarios:

  1. Esa es mi sobrina Raquel toda una conquistadora.

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  2. Increíble como ante al adversidad las personas más fuertes son capaces de todo. Eres grande Raquel, muy grande. Lozano.

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