Eres mi visita número

lunes, 12 de febrero de 2018

CONCEPCIÓN GÓMEZ FERRIOLS | Jubilada

"No temo a nada ni a nadie, lo peor ya ha pasado gracias al gran equipo de Hematología que me atendió"

Concepción Gómez en la playa de la Malvarrosa de Valencia / M. J. Delgado

Concepción Gómez Ferriols (Valencia, 1952) deja huella por donde camina y en donde se establece; en los nuevos círculos de amistades no necesita que la presenten, de eso ya se encarga ella. "Me llamo Marichi, en agosto de 2014 me diagnosticaron una leucemia mieloblástica aguda M5, y como veis, estoy fantástica", explica Concepción como voluntaria de ASLEUVAL en las charlas oncohematológicas.
Gómez se siente orgullosa de haber superado la enfermedad y de tener la oportunidad de compartir su experiencia. Fueron muchos los obstáculos que encontró durante su tratamiento, y sin embargo, continúa con más energía que antes de iniciarlo. Toda ella es puro nervio, y no ha hecho mella en su cuerpo ni en su ánimo la aplasia postquimioterapia, las innumerables transfusiones de hematíes y plaquetas, los focos de fiebre con delirios, la toxicodermia generalizada en tronco, extremidades y cuero cabelludo, o los treinta días de fiebre alta de después del trasplante. "El veintitrés de febrero de 2015 recibí un trasplante alogénico de sangre periférica, por lo que se me desarrolló la enfermedad del injerto contra huésped crónica. Tuve cinco ingresos, recibí quimioterapia, concretamente, dos ciclos de inducción, dos de consolidación y a continuación, la quimio para el trasplante", continúa explicando Marichi a sus oyentes.
Esta valenciana confiesa que siempre se encuentran presentes en sus pensamientos sus padres Agustín y Concha, su hermana Angelita y sus amigos Manolo, Rosa y Concha porque se mantuvieron en todo momento a su lado; y cuando habla de sus hijos, se emociona: "Mi hija Irene fue quien me llevó al Clínico, y estuvo siempre cerca de mí, y mi hijo Pepe y mi nuera Miki me acompañaron durante las siete semanas que duró mi recuperación por el trasplante". Gómez no olvida, tampoco, el trato que recibió en el hospital: "Gracias al gran equipo médico del Clínico, a las enfermeras y a las auxiliares, yo estoy aquí".
El amor hacia los suyos fue lo que la empujaba a continuar en su lucha. "Me animaba pensando en mis nietos Leo y Rosa, mis dos tesoros, no me podía ir de este mundo sin verlos crecer, tenía sus fotos en formato folio a los pies de la cama, así era lo primero y lo último que veía todos los días", recuerda Marichi. Y aconseja:  "No hay que pensar ni por un momento que la enfermedad es más fuerte que nosotros, yo siempre decía que me encontraba bien y que era mi sangre la que estaba mal", y añade, "he vivido una experiencia muy dolorosa pero muy positiva".

 Durante su tratamiento, confiesa que "sólo quería que me abrazaran, así me daban fuerzas para seguir luchando contra la enfermedad". Después de haber superado la enfermedad, este torbellino de mujer se ha propuesto disfrutar de la vida con todo su ímpetu: "Quiero vivir, disfrutar y hacer mil cosas que antes no podía hacer por falta de tiempo. Ahora no temo a nada ni a nadie, lo peor ya ha pasado gracias al gran equipo de Hematología que me atendió".


La imagen y testimonio de Concepción Gómez Ferriols se encuentran expuestos en el pasillo de Hematología del Hospital La Fe, y próximamente también en el Hospital Clínico Universitario de Valencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario