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jueves, 8 de marzo de 2018

AMPARO TEN CRESPO | Pintora, abuela y aventurera

"La sexualidad pasa a segundo o tercer plano, lo que necesitas en esos momentos es mucho cariño, ayuda y atenciones"

Amparo Ten en el apeadero de la Fonteta de San Lluìs en Valencia / M. J, Delgado


Amparo Ten Crespo (Alginet, 1952) supo que padecía una leucemia mieloblástica aguda M5 en el Hospital de la Ribera (Alzira) el 9 de junio de 2007, pero fue en  La Fe de Valencia donde comenzó con todo el tratamiento de quimio hasta que en 2008 le realizaron un autotrasplante.

Esta alginetina porta en su ADN la "dextérité" para sobrevivir a situaciones complicadas y salir de ellas airosa. Hija de padres emigrantes, Amparo se marchó con ellos a Francia con apenas doce años (1964), cuando volvieron a buscarla. Allí estudió Primaria, Secundaria,  Estenografía y Mecanografía; y con apenas dieciocho años comenzó a trabajar como administrativa en la capital del Sena. En dos décadas, Amparo llegó a dominar una lengua que desconocía, se casó con Vicente, trajo a su mundo de madre trabajadora a dos hijos y a una hija, y retornó al pueblo que la vio nacer.  Sus historias vividas y acumuladas las utiliza para entretener a sus cuatro nietos, para contarlas a través del óleo o del carboncillo -arte heredado de su padre- y para refugiarse en ellas en los momentos difíciles.

En Alginet regentó durante trece años, junto a otra compañera, el Bar Musical hasta que lo dejó en 2007 cuando ingresó con neumonía en la UCI del Hospital de Alzira. "Esa infección enmascaraba la leucemia, pero fue confirmada con la punción de médula; el Dr. Santiago Bonafe hizo que me trasladaran en ambulancia al Hospital La Fe", recuerda la pintora, y continúa explicando: "En el ingreso de aislamiento, tuve cuatro en total, después de recibir mi trasplante me tuvieron que operar de colecistitis aguda a las nueve y media de la noche a vida o muerte puesto que me encontraba sin defensas". 

 Amparo recibió cuatro ciclos de quimioterapia -inducción, consolidación e intensificación- en un corto espacio de tiempo, apenas cuatro meses, antes de realizarle el trasplante; según informa, continúa viviendo gracias a las innumerables transfusiones, al buen trabajo que realizaron con ella los profesionales de medicina, y al apoyo que le brindó su familia, lo que hacía que tuviera ánimo para continuar y soportar todas las complicaciones que le sucedían, y ese agradecimiento lo muestra cuando revive los momentos de su tratamiento: "Gracias, muchas gracias al Dr. Guillermo Martin Aragonés y a su equipo por haberme devuelto a la vida, al Dr. Jaime Sanz por su gran corazón y cariño; tuvo un papel importante el Dr. Santiago Bonanad Boix y su equipo por diagnosticarme la leucemia en Alzira y decidir mi traslado a La Fe. De las enfermeras y enfermeros siempre recibí un estupendo trato; y ¡cómo no! Agradezco el apoyo moral y físico de mi marido y de mis hijos que me animaban con sonrisas, palabras y caricias".
Durante todo el proceso, esta abuela superviviente reconoce que creó prioridades, por ejemplo con "la sexualidad, que pasa a un segundo o tercer plano, lo que necesitas en esos momentos es mucho cariño, ayuda y atenciones", y aconseja que "durante esa lucha hay que tener mucho ánimo y mucha voluntad para salir adelante. Luego ves que vas mejorando y que tu capacidad para realizar cosas aumenta poquito a poco".
Amparo reconoce que se ha "quedado más débil, pero feliz de haber podido ver a los hijos casarse o vivir ya con pareja", su sueño de ser abuela se ha realizado, y acompañar a sus nietos en su crecimiento es su "mayor alegría". Para ella, "la experiencia es muy positiva, vuelves a nacer con ganas de vivir, apartas pequeñeces y valoras lo que verdaderamente es importante". 
 
La imagen y testimonio de Amparo Ten se encuentran en el pasillo de hematología del Hospital La Fe de Valencia.



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