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domingo, 6 de mayo de 2018

ROSA GARCÉS VILLALONGA | Recepcionista

"Lo más importante es ser optimistas y tener confianza en el equipo médico"

Rosa Garcés de paseo vespertino por las calles de Logroño / M. J. Delgado

Rosa Garcés Villalonga (Castellón, 1969) comenzó su batalla el 20 de noviembre de 2006 cuando le comunican el diagnóstico: se le había desarrollado una leucemia linfoblástica aguda. La noticia les dejó a todos paralizados pero con sus pensamientos y sentimientos en ebullición: una enfermedad grave -de la que sólo conocían lo escuchado en los medios de comunicación- irrumpía en sus vidas. 

La posición que Rosa ocupa en su familia -hermana mayor de Estela, Sandra y Juan- provoca que, ante cualquier problema, manifieste su instinto de protección: "En un principio sentí tristeza, pero poco a poco pensé que, de toda mi familia, si tenía que pasar a alguien, mejor que fuese a mí porque me sentía más fuerte", confiesa Garcés con serenidad. Esta castellonense ingresó en media docena de ocasiones en el Hospital General de Castellón y en La Fe de Valencia para recibir el tratamiento de quimio,  por fiebres altas, por una coledocolitiasis, y para el trasplante de médulaSu hermano fue el donante; era de esperar que todo quedara entre ellos; Rosa es una de esas personas que, junto con sus progenitores y hermanos han construido un pequeño círculo indestructible -la familia- fortalecido con las experiencias difíciles.

En muchas ocasiones es necesario vivir situaciones límite para descubrir nuestra realidad, como le ocurrió a Garcés cuando esta dolencia la despertó de una bofetada. "Antes de la enfermedad valoraba muchas cosas, y entre ellas no estaba la salud, siempre me había encontrado muy bien, me creía que los amigos eran lo más importante, pero luego te das cuenta de los que son amigos de verdad, y de que lo que tiene valor es la salud, la familia y los amigos más cercanos", confiesa Rosa, poseedora de una brújula invisible -los fuertes lazos familiares- que le permitió vivir su enfermedad con entereza: "No me esperaba lo duro que fue hasta llegar al trasplante, desde un principio estaba muy tranquila de saber que mi hermano era compatible conmigo, pensaba que todo iría bien".
Garcés opina que esta "experiencia afecta a todos de alguna forma, y si te pasa, es mejor mirar lo positivo de todo, tratas a gente extraordinaria que vale la pena conocer por la gran humanidad que desprende, y quien está pasando por este proceso debe tener paciencia porque es muy duro, por ello lo más importante es ser optimistas y tener confianza en el equipo médico", y cuando se observa sus heridas de guerra -una eich que le afecta a la piel- suplica que "no le toque a ningún familiar o amigos pasar por eso, sería muy duro para mí, además, después, cuando ya lo has superado, vives pendiente de que en cada revisión todo salga bien".


La imagen y testimonio de Rosa se encuentran expuestos en el pasillo de hematología del Hospital La Fe de Valencia, del Hospital Arnau de Vilanova, y próximamente, en el General de Castellón.

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